En el verano de 2007, en el contexto de las celebraciones del centenario de la Junta para la Ampliación de Estudios, y gracias a varias iniciativas promovidas por Blanca Calvo para recuperar la figura de Tomás Navarro Tomás, el CSIC se planteó retomar la publicación del Atlas Lingüístico de la Península Ibérica, interrumpida desde 1962. Con anterioridad, David Heap, profesor de la Universidad de Western Ontario, había localizado y fotocopiado los cuestionarios del ALPI y a partir del año 2002 había comenzado a colgarlos en una página web canadiense. Tras valorar la importancia del ALPI y la viabilidad de su publicación, el CSIC encargó a Pilar García Mouton, Profesora de Investigación del Instituto de Lengua, Literatura y Antropología (ILLA) del Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CCHS) y especialista en Geolingüística, que coordinase la redacción en equipo de un proyecto científico ad hoc para someterlo a evaluación internacional. Como resultado de ello, el CSIC decidió liderar ese proyecto para permitir a la comunidad científica el acceso al ALPI completo, aprovechando las posibilidades de almacenamiento y búsqueda de contenidos que las herramientas electrónicas permiten actualmente. Se trata de un proyecto llamado "intramural" porque lo financia el propio CSIC, con el título de Elaboración y edición de los materiales del Atlas Lingüístico de la Península Ibérica (ALPI), referencia 200410E604, que fue concedido finalmente en marzo del año 2009, en el que Pilar García Mouton coordina un equipo formado por Inés Fernández-Ordóñez (Universidad Autónoma de Madrid), David Heap (University of Western Ontario), Maria Pilar Perea (Universitat de Barcelona), João Saramago (Universidade de Lisboa) y Xulio Sousa (Universidade de Santiago de Compostela). v. EQUIPO CIENTÍFICO

Además de su interés científico e histórico, la publicación definitiva de los materiales inéditos del ALPI tiene un valor simbólico grande, pues supone terminar uno de los principales proyectos de la Escuela de Filología Española, que se concibió y se dirigió desde el Centro de Estudios Históricos, y cuyos materiales fueron en su día entregados al CSIC por su director, Tomás Navarro Tomás, precisamente para que se terminasen las encuestas pendientes y se pudiera publicar.

Es evidente que la elaboración de un atlas de esta importancia debía hacerse recurriendo a los grandes avances de los que se dispone en los últimos años. El proyecto actual se basa en las posibilidades que la tecnología informática proporciona a los trabajos geolingüísticos para el cartografiado y, sobre todo, para realizar búsquedas en el gran corpus de datos lingüísticos y etnográficos de un atlas como el ALPI. Una vez concluido, permitirá realizar mapas clásicos (con la respuesta recogida en cada uno de los puntos de encuesta), mapas por áreas o por isoglosas, mapas simbólicos y cualquier otro tipo de elaboración prevista en la herramienta informática. De este modo, unos datos ya históricos se podrán presentar y consultar de la forma más novedosa, con la ventaja de que podrán ser utilizados no solo por especialistas, sino por todas las personas interesadas por saber cómo eran las hablas y la realidad cultural de los pueblos peninsulares en la primera mitad del siglo XX.

La edición del atlas está planteada casi exclusivamente en soporte informático y a través de la red, a partir de una base de datos georreferenciada alojada en un servidor del CSIC, con las posibilidades que los actuales sistemas de información geográfica ofrecen. El soporte papel, tan querido a los especialistas y tan necesario para asegurar las consultas en el futuro, se reservará en principio para un número limitado de mapas.